miércoles, 23 de mayo de 2012

El Muro



 
Fear Builds Walls

Berlín, 9 de noviembre de 1989.- Una noche de pleno invierno, calurosa por la muchedumbre congregada, el muro que separaba las dos Alemanias y que contenía el avance de los dos polos militares hegemónicos, quedaba hecho escombros. Veintiocho años después de su construcción, familias berlinesas volvían a encontrarse, amigos entrañables a reconocer sus rostros con unas cuantas arrugas de más, la parte oriental a descubrir los excesos de la sociedad de consumo capitalista, mientras que la parte occidental a pasear por una parte de la ciudad intacta, paralizada en el tiempo. Does anybody here remember Vera Lynn? Remember how she said we will meet again, some sunny day.

 La caída del Muro de Berlín fue un parteaguas histórico. Representaba el fin de la Guerra Fría y el inicio de una era postsoviética. “Es el fin de la historia”, vaticinaban comentaristas partidarios de un occidente hecho a imagen y semejanza de la superpotencia estadunidense. Un mundo unipolar, en el que la democracia liberal ya no contaba con rivales ideológicos. I have become confortably numb.

A 23 años de la caída del Muro, ¿cuántos muros más se han levantado? ¿cuántos pueblos han quedado irremediablemente atravesados por disputas políticas, étnicas o religiosas? En un artículo recientemente publicado, (disponible en español en http://www.lazurda.mx/?p=469),  Mikhail Gorbachev, impulsor de procesos de reforma profundos en ha Unión Soviética, se pregunta si realmente es más seguro el mundo tras la caída de la Unión Soviética. Mother do you think they´ll drop the bomb (...) Mother should I build a Wall (...) Mother should I trust the government (...) Mama´s gonna make all of your nightmares come true...

En resumen, Gorbachev responde que “el mundo sin la Unión Soviética no se ha vuelto más seguro, más justo o más estable. En vez de un nuevo orden, estamos atravesando por turbulencias globales, en un mundo a la deriva en mares desconocidos”. Did you see the frightened ones? Did you hear the falling bombs? Did you ever wonder why we had to run for shelter when the promise of a brave new world unfouled beneath a clear blue sky?

Sí, cayó ese muro de la vergüenza, pero otros tantos se mantienen en pie y otros más se han cimentado. Unos visibles, de concreto, y otros que no por intangibles dejan de separar. En la frontera norte de México se extiende un muro a lo largo de cientos de kilómetros; el despojo al pueblo palestino ha levantado muros que aíslan a poblaciones enteras; los saharauis viven en campos de refugiados sorteando los pesares de muros de sol desértico y de sus alrededores minados. Estas paredes comparten una erguida arrogancia, la firme predilección al aislamiento, a no querer comprender al otro, al diferente. But it was only fantasy, the Wall was too high as you can see, no matter how he tried he could not break free, and the worms ate into his brain.

Durante la primera década del Siglo XXI –prosigue Gorbachev–, los presupuestos militares de EUA representaron casi la mitad de los gastos del mundo en fuerzas armadas. Una superioridad militar tan abrumadora de un país, hace imposible un mundo libre de armas nucleares.  All in all is just another brick in the Wall.


Ciudad de México, noches del 27 y 28 de abril de 2012.- Refugiados del rock and roll, músicos veteranos con canas de vivencias liderados por Roger Waters –un exiliado que sobrevivió a la caída de Pink Floyd–, toman la escena chilanga. Con la misma vitalidad y emoción que en su juventud, portan en sus cuerdas un mensaje. Están plenamente conscientes del terreno que están pisando. Saben que sobre este suelo no ha parado de correr sangre; conocen y comparten nuestro dolor ante la violencia, ante los más de 60 mil muertos con nombre, apellido y familiares que les lloran. En este país los padres están enterrando a sus hijos. De pronto, en el recuento biográfico de las víctimas de ésta y muchas otras guerras, aparece en las gigantes pantallas un nombre: es el de Juan Francisco Sicilia, cuya muerte despertó una indignación estremecedora. Esa indignación se refleja por momentos en el eco de un grito cuyo origen se remite a la Segunda Guerra Mundial, pasa por Vietnam, Irak, y llega más vivo que nunca a nuestros días. Bring the boys back home, Don´t leave the chidren on their own, Bring the boys back home. Los queremos de vuelta.

En la escena desfilaron muñecos tétricos, antihéroes fascistas, alteregos nefastos, la añoranza de Waters por el padre caído en la guerra, delirios, sentimientos entremezclados de lujuria, depresión, aislamiento, aprisionamiento, todos ellos amalgamados por las debilidades más hondas de un ser atormentado. Finalmente cae el muro. De sus restos emerge una energía liberalizadora. Entre los restos, con el polvo aún levantándose y madrigueras posbélicas encendidas por doquier, se encuentran los sobrevivientes. Una banda agotada, casi con huesos fracturados e instrumentos rudimentarios, se despide de un público atónito, que poco a poco va aterrizando. Después, en la salida del concierto, se yerguen hos muros metafóricos de siempre. Pero muchos captan la señal de reemplazar en nuestra arquitectura social los muros por puentes. Puentes de entendimiento, puentes de comprensión. Together we stand, divided we fall.  




No hay comentarios:

Publicar un comentario