jueves, 26 de noviembre de 2009

Matrimonios

Mientras que el gobierno estatal de Guanajuato proscribe de los libros de texto información sobre salud reproductiva; mientras que en 17 congresos locales se han aprobado leyes antiaborto que criminalizan a las mujeres, suceso que la dirigente del PRI, Beatriz Paredes, prefiere no tocar porque polariza a la sociedad –no vaya a ser que le reste votos; en tanto Fernando Gómez Mont, cual padre orgulloso que saca de su cartera la foto de su hija “cuando aún era una célula” declara que el aborto debería ser proscrito, el Distrito Federal refrenda una vez más que es la región más progresista del país. En la actualidad, sólo en esta ciudad es concebible que esté por aprobarse la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Dudo que alguna vez en la historia haya imperado el prototipo de estructura familiar que los sectores conservadores tanto invocan: la típica fotografía del papá exitoso, la mamá abnegada, el hijo y la hija obedientes y de fondo una casa en un suburbio. Los fenómenos sociales son mucho más complejos y ricos. El tejido familiar cobra múltiples formas: monoparental, extensa, compuesta, etc. Hasta 2006, la ley desconocía esta realidad. Con la aprobación de la Ley de Sociedad de Convivencia por primera vez se le otorgó un status jurídico a relaciones diversas integradas por personas que pretendían establecer un contrato social que incluyera derechos y obligaciones. Esta reforma de ningún modo aspiró a ser culminante, más bien se planteó a sabiendas de que desencadenaría una larga serie de antesalas y debates para por fin desembocar, sin ambigüedades, en la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. Que alguien me dé una razón convincente y libre de prejuicios para impedir que dos personas que se aman puedan enlazarse en matrimonio. Porque hasta la fecha, los detractores sólo han manifestado irracionalidad, fanatismo y odio. Los matrimonios entre personas que no se aman, sean homosexuales o heterosexuales, esos sí que están mal.
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miércoles, 25 de noviembre de 2009

A 3 años, un balance

“Nos robaron la Presidencia, pero no el derecho de luchar por un país mejor.” Bajo esta convicción, la resistencia civil pacífica ha soportado los embates, adversidades y contratiempos a lo largo ya de 3 años. Los medios oficialistas padecen esquizofrenia: en innumerables ocasiones han vaticinado los funerales del movimiento y la desaparición política de López Obrador, pero al mismo tiempo no dejan de hablar de él. La difamación hacia esta fuerza política no ha tenido paralelo en la historia reciente del país. La tachan de violenta, cuando ante la intolerancia de sus adversarios, en ella ha recaído la responsabilidad de mantener la paz social; dicen que opta por el caos y el colapso, pero el régimen por sí solo se está desmoronando.

En 3 años de claroscuros se han alcanzado logros irrebatibles: se impidió la privatización del petróleo, se conformó una red territorial con más de 2 millones 300 mil delegados, el presidente itinerante recorrió los 2456 municipios del país, se afianzó una base social con una entrega admirable, y fueron los pioneros en anunciar una crisis económica que el autismo gubernamental calificó de catarrito. No obstante, el movimiento haría bien en entrar en un proceso de autocrítica, toda vez que se ha ampliado la brecha que lo separa del resto de la ciudadanía. Entablar una profunda reflexión en la que se aclaren sus objetivos y las vías idóneas para alcanzarlos, reencontrarse con el electorado que en 2006 depositó su confianza en esta alternativa y forjar una amplia alianza progresista son asignaturas pendientes. Ante la diversidad de pulsiones a su interior, es necesario tomar definiciones a través de mecanismos democráticos.

Lo más destacable es que está emergiendo una opción política que no está obsesionada con el cortoplacismo electorero. Sus miras están puestas en la transformación profunda de la vida pública y en la revolución de las conciencias, lo cual toma tiempo. Mucho tiempo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Corrupción

No hace mucho, un expresidente reconoció que la corrupción es consustancial al funcionamiento del régimen. Ante la ausencia del Estado de Derecho, ésta se vuelve la regla, el factor que lubrica los engranes del sistema. Transparencia Internacional acaba de dar a conocer su Índice de percepción de la corrupción 2009, el cual fue aplicado en 180 países. Al ocupar el lugar 89, México está justo a la mitad del camino que va de Somalia a Nueva Zelanda.

Es una salida fácil concebir a la corrupción como un mal exclusivo de la clase política o de las instituciones. Su realidad es ubicua. Los mexicanos nos mostramos duales ante ella: somos víctimas y copartícipes. Dimensiones aparte, es corrupto tanto quien da una mordida, como el que especula en la bolsa de valores; el que compra una película pirata, y el que establece precios monopólicos del cine; el que transita en sentido contrario y el que desvía recursos de obra pública. Así como hay una corrupción escandalosa en los más altos niveles del poder, también hay una a nivel micro, discreta y cotidiana.

Es de sorprenderse la capacidad que hay en nuestro país para encontrarle averías a la ley. Mientras que la tradición anglosajona se sustenta en la confianza, la nuestra se basa en la suspicacia. Por eso la Constitución de EUA es apenas un listado de premisas, y la inglesa ni siquiera está escrita, mientras que la nuestra es tan densa que podría ser utilizada como arma blanca. El problema es que la desconfianza incrementa exponencialmente los costos públicos: se llega al extremo de crear comisiones para vigilar al vigilante y auditar al auditor.

Para el investigador Agustín Basave, la corrupción se generaliza cuando es funcional. Ello ocurre cuando es mayor el beneficio que el costo de la deshonestidad. Es, por desgracia, nuestro caso. Si la impunidad es su oxígeno, comencemos por invertir los incentivos: que se haga más rentable cumplir la ley que violarla.

martes, 17 de noviembre de 2009

El botín

Dicen los expertos en la materia, que si quieres conocer el verdadero perfil de un partido, no tienes que fijarte en su discurso, sino en su orientación a la hora de votar en qué se van a gastar los recursos públicos. Es en ese momento decisorio cuando salen a relucir las disonancias entre dichos y acciones. Aprobada la Ley de Egresos, es oportuno recapitular algunas hipótesis que se han lanzado desde esta columna:

1. En la votación del presupuesto 2010 se constata que PRI y PAN están dispuestos a llevar hasta sus últimas consecuencias su proyecto de bipartidismo de derechas. Pretenden relegar a las izquierdas a un rol testimonial y así alternarse en el poder y repartirse el botín sin alterar el status-quo.
2. Contradiciendo el significado de la palabra, el sexenio de Calderón duró 3 años. De aquí al 2012, el PRI, en los hechos, asumirá desde el Congreso y los estados el control de la política nacional.
3. Nuestro federalismo ha sido degradado a una suerte de feudalismo. La fórmula mayor autonomía de las entidades = democratización del país, no superó la verificación empírica. Por lo contrario, la descentralización del poder ha fortalecido los autoritarismos regionales.
4. El PRI evidenció impúdicamente las razones por las que apoyó el aumento de impuestos. El próximo año habrá elecciones en 13 estados. El impune Ulises Ruiz y el presidenciable Peña Nieto fueron los más beneficiados. En cuestiones de presupuesto, no hay coincidencias.
5. El voto en blanco fue una propuesta ciudadana, innovadora y legítima, pero que no contempló los efectos perversos que podía conllevar. Paradójicamente, la partidocracia y el corporativismo que se pretendían combatir fueron afianzados. Junto con el abstencionismo, el voto en blanco allanó el camino para que el PRI asumiera el control del Congreso: es la antesala de su regreso a los Pinos. Su único obstáculo: una resistencia plural e incluyente rearticulándose y en crecimiento.
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viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Refundar o refundir? II

Prosigo con el tercer problema que enfrenta la refundación del PRD. Las comisiones que se crearon para llevarla a cabo fueron integradas a través del reparto de cuotas entre corrientes. Aunque hay gente destacada, el criterio que prevaleció no fue el del conocimiento en la materia, sino el “tanto tienes tanto vales”. Grave contradicción: lo que se tiene que erradicar se sigue fomentando. El PRD sigue a expensas de los intereses de las fracciones a su interior, las cuales impiden a toda costa que un militante pueda destacar y hacer carrera política al margen de ellas. En el monopolio de los cargos y prerrogativas radica su coto de poder y ninguna de ellas piensa moverse un milímetro. Como Granados Chapa señaló, “la refundación del PRD sólo tiene sentido si está precedida por actos que denoten una verdadera voluntad transformadora”.

La dirigencia del PRD se ha vuelto conservadora. Prefiere perder votos siempre y cuando mantenga una pequeña parcela de poder para seguir reproduciéndose. Los vientos transformadores se enfrentan a una aferrada resistencia. Si casi todos los congresistas que aprobarán los resolutivos están alineados a una corriente, y éstas se rehúsan a reconocer que para que gane el partido, todas tienen que ceder algo, difícilmente se podrá arribar a una vida orgánica en la que se respete la democracia interna, la formación de cuadros y se combata la impunidad.

En suma, no existen los incentivos políticos para que el cambio provenga del interior. Por lo tanto, la refundación, si va en serio, sólo podrá provenir de la presión externa, es decir, de una militancia y una ciudadanía que ante la injusticia y desigualdad que existe en el país, no sólo reclama, sino participa en la construcción de un partido a la altura de los desafíos actuales. Las izquierdas mexicanas (sociales, sindicales y partidistas) seguirán su camino de unificación. De las decisiones que emanen del XII Congreso dependerá que el PRD se ubique en la vanguardia o en la retaguardia del movimiento.

martes, 10 de noviembre de 2009

¿Refundar o refundir?

El PRD ha aceptado encontrarse con su hora fatal: ¿Refundar o refundir? Bajo un supuesto ánimo renovador, del 3 al 6 de diciembre sus congresistas se reunirán en Oaxtepec, Morelos para adoptar definiciones elementales. Cuando menos en el discurso existe el consenso de que seguir por el mismo camino conduciría a la debacle definitiva y a asumir un papel testimonial y marginal que sólo sirva para conferirle al régimen un rostro democrático e incluyente.

Pese al severo diagnóstico, ¿qué hay de viable en la refundación del PRD? ¿El paciente está dispuesto a someterse a un riguroso tratamiento que lo cure? A este proceso lo merodea un escepticismo natural: los fantasmas de la simulación y de la refundación cosmética. ¿Será acaso posible que los mismos actores responsables del estado actual del partido lo conduzcan a su recuperación? Einstein solía decir que es de necios hacer lo mismo y esperar obtener resultados diferentes. Si origen es destino, cabe mencionar que la refundación arrancó con varios errores. En primer lugar, se plantea que lo que se pondrá a escrutinio en el Congreso serán los nuevos documentos básicos. En su redacción se han depositado la mayor parte de las energías renovadoras, cuando el principal problema no es la letra escrita, sino la práctica. ¿De qué sirve hacer el estatuto perfecto si nadie lo cumple? El reclamo se centra en la falta de ética y congruencia en el quehacer partidista y de eso poco se ha hablado.

En segundo lugar, se suponía que las bases serían las impulsoras predilectas de la refundación. Para ello, se organizaron numerosos foros en todo el país a los que concurrieron militantes y reconocidos intelectuales. Los que fallaron fueron la mayoría de los dirigentes, pues estuvieron más interesados en supervisar lo que ocurría en las mesas de negociación entre las corrientes. Al final, los foros destacaron por su crítica y sus propuestas, pero se privilegiaron los acuerdos y resolutivos cupulares. Continúo en la próxima entrega.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Madrugar en el DF

No se necesita ser Octavio Paz para caer en cuenta de que los mexicanos somos grandes fiesteros. Basta observar un Viernes de quincena en el DF. Las oficinas se quedan vacías y se vuelcan sin escala de por medio a los bares y cantinas. La fiesta es el acto mediante el cual el mexicano se subleva en contra de sus rutinas, angustias y frustraciones. Y el DF es una ciudad que ofrece bacanal para todos los bolsillos. Desde el antro elitista de Polanco, hasta la pulcata de barrio o la borrachera de banqueta, la noche funde y desconoce a los chilangos entre mareos y oscuridad. ¿Qué importa tenérselas que ver con la resaca, si estamos celebrando que estamos vivos? El día siguiente tendrá 24 horas para arrepentirnos y retorcernos entre hábitos y cotidianidad.

En El Laberinto de la Soledad, Paz observa que el solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo. Sentencia: Somos un pueblo ritual. Pues resulta que por decisión de la pasada ALDF, dicho ritual se tiene que terminar ¡a las 3 de la mañana! Justo cuando lo bueno está comenzando, la Ley de Establecimientos Mercantiles manda “a dormir” al tumulto de reventados. El motivo: disminuir las accidentes viales. Pero la práctica se resiste a acoplarse a los moldes de la teoría. La neta es que se sigue ingiriendo la misma cantidad de alcohol en un lapso menor de tiempo, lo cual agrava el problema. Concientes de ello, diputados locales del PT y algunos del PRD están impulsando la contrarreforma. “Lo que queremos es que se gane en el terreno de la libertad de los individuos para decidir hasta qué hora de la noche se divierten” –declaró uno de ellos. En vez de adoptar una agenda restrictiva, la izquierda que gobierna en la capital debe impulsar medidas preventivas tales como transporte público seguro las 24 horas o incentivos para el conductor designado. Toda gran ciudad tiene una gran vida nocturna. Y el DF no tiene por qué ser la excepción.
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martes, 3 de noviembre de 2009

¿Y luego?

El PRI-AN aspira a instalar en México un sistema muy similar al de los Demócratas y Republicanos en EUA: un sólo partido con dos alas de derecha que comparten y se alternan en el poder. Podrán despedazarse en tiempos electorales, pero cuando se trata de conservar sus privilegios, disciplinadamente cierran filas y se asumen como guardianes recelosos del status-quo. Así lo corroboran los incrementos al IVA y al ISR, y la exención de impuestos al futuro concesionario de telefonía celular y triple play: Televisa. En tiempos de la mediocracia este emporio hace y deshace carreras políticas; consiente a quien se alinea a sus designios mientras desaparece de la faz de la tele a quien se le opone. La consecuencia es vergonzosa: la mayoría de los representantes populares se han rendido ante los intereses de un privado.

Estemos atentos, porque el reality show del Canal del Congreso aún no ha acabado. Ya establecieron la manera en que recaudarán los recursos, pero falta pactar cómo los van a gastar. Y como el PRI no tiene un pelo de ingenuo, podemos anticipar que el alza de impuestos forma parte de una estrategia que, desde Toluca, Peña Nieto ha trazado para mudarse a un barrio más exclusivo llamado Los Pinos. El próximo año tendremos un calendario electoral agitado: en 10 entidades se celebrarán elecciones a gobernador y en otras 3 se renovarán sus diputados locales y ayuntamientos. De ahí el interés de que “los recursos bajen a los estados”. Y mientras nuestros impuestos se gastarán en despensas, compra de votos y obras no realizadas, se anuncian inaceptables recortes presupuestales a nuestra Máxima Casa de Estudios. Aún así, al haber sido galardonada con el premio Príncipe de Asturias, la UNAM sigue acumulando prestigio internacional. Con actitud imitadora, Calderón viajó a Miami a recibir el premio “líder del año” por parte de un grupo que, por lo visto, se jacta de tener la misma seriedad y rigor que una revista de corazón. La duda es, ¿de a cómo fue? www.lanetafisica.blogspot.com